Imagina por un momento que estás atravesando por la situación más difícil o complicada de tu vida. Necesitas fuerzas para continuar porque atraviesas un cuadro depresivo en el cual ni tu familia o amigos pueden ayudarte a mitigar un poco de esa tristeza que sientes; o tal vez tienes una enfermedad que te está consumiendo día a día y ningún médico es capaz de darte unas palabras de aliento. De pronto, revisando tu buzón postal —entre recibos, facturas, deudas y publicidad sin sentido— te encuentras una carta con tu nombre. Una de esas cartas que con el tiempo la gente dejó de escribir por el avance de la tecnología. Tiene tu nombre, está escrita a mano y el sobre tiene las esquinas rojas.
Te gana la curiosidad y la abres de inmediato, ya que la carta solo dice tu nombre y no tiene ningún remitente. En ella encuentras un bello mensaje de aliento y quien firma la carta es “La vida”. Momentos así son posibles gracias a Jaime Rodríguez Mora, un joven de 36 años originario de San Luis Potosí, México, quien desde hace 10 años vive en Barcelona, España —lugar donde se dedica a escribir a puño y letra cartas de optimismo a personas desconocidas—. Esta labor la lleva realizando desde hace 5 años, cuando creó su organización Esquinas Rojas, una Organización No Familiar (ONF). Es decir que trata de hacer lo que una familia o un circulo intimo no puede hacer, explica Jaime, quien acuñó la idea y al poco tiempo la convirtió en realidad.
Y es que la distancia es lo que, en muchas ocasiones, separa a una familia para poder dar un apapacho a un ser querido. Esa es la semilla de Esquinas Rojas, ya que la idea es enviar cartas escritas a mano, y por correo tradicional, a cualquier persona en el mundo y en cualquier idioma, de manera gratuita y anónima. Cómo ya lo detallamos, cada carta está firmada por “La vida” y todas llevan una frase: “Sé una persona positiva, no parece útil ser otra cosa”. Es una frase de Churchill, detalla Jaime Rodríguez: “No que lo admire ni nada, simplemente me gusta la frase. Y quiere decir eso literalmente, es mejor mantenerse animado y positivo que derrotado”.
Las esquinas rojas simbolizan una frase que decimos a menudo. “Tu destino puede estar a la vuelta de la esquina”, agrega Rodríguez. Las cartas las firma “La vida”, porque ¿Quién mejor para darte una palmadita en la espalda y decirte que las cosas van a salir bien? Si la vida misma te lo está diciendo, a lo mejor es verdad. Puntualiza el joven que se autodefine como perfeccionista, maniático, aprensivo, ocurrente, voluble e inquieto. Jaime Rodríguez, además, estudió marketing y un máster en Administración y se dedica a ser comercial de tiempo completo en la ciudad catalana, pero en sus tiempos libres su mejor hobbie es dedicarse a escribir cartas de ánimo para quienes las solicitan a través de Esquinas Rojas.
Las cartas en sí están llenas de palabras de ánimo, nunca contienen temas religiosos, ni políticos, ni publicitarios. Son solo palabras que tratan de proyectar una palmadita en la espalda y apapachar de alguna manera a esa persona que no tiene a su alcance a su familia o amigos. La idea es hacer sonreír a esa persona de una manera mágica e inesperada. “Llevo casi 12 años viviendo en el extranjero y más de una vez he pensado «Ojalá estuviera aquí mi familia»”, nos dice el migrante mexicano. Y aunque no se necesita recibir una carta de Esquinas Rojas solo porque lo estamos pasando mal, a veces también se extraña la misma palmadita en la espalda cuando las cosas nos salen bien. Y escuchar, o en este caso leer, un “¡bien hecho!” que nos haga sonreír puede sernos de gran ayuda.
Ha habido ocasiones en las que las cartas escritas por Jaime Rodríguez han tenido un efecto más allá de lo deseado. “Como cuando me enteré que una persona, pidió una carta para su hermana, ya que sabía que lo estaba pasando mal. Cuando la hermana recibió la carta, pensó que quien la había escrito era su hermano, así que le habló para agradecérselo” detalla el joven. “Lo curioso de la historia, es que estos hermanos llevaban años sin hablarse y gracias a esa cartita de Esquinas Rojas retomaron la comunicación”, recuerda de manera emotiva el emprendedor. “El Pollo”, como le apodan desde niño —y como se auto presenta—, ya perdió la cuenta de cuantas cartas ha escrito de su puño y letra, pero calcula que muy por encima de las 400. Todas ellas escritas en 12 idiomas distintos y entregadas en 23 países del mundo. “Lo de pollo, me viene desde niño, ya que a los 7 u 8 años era un poco más rubio que el resto de mis compañeros en clase. Un día mi mamá me cortó el cabello muy cortito y, al siguiente que fui a la escuela, un profesor me vio y lo primero que dijo fue «pareces un pollo» y desde ahí se me quedó el apodo”, recuerda Rodríguez.
Jaime detalla que el 95% de las cartas que escribe son, por alguna razón, motivos tristes: “He escrito muchas cartas a personas enfermas de cáncer o quienes han perdido familiares queridos. Pero hay algunas que me las piden simplemente para sorprender a alguien y arrancarle una sonrisa”. No existe una carta más dura que otra. A Jaime le entristece enterarse de que hay alguien que perdió a su bebé o escribir a una joven porque tiene bulimia y su familia no sabe qué hacer. A esos casos, el joven mexicano recomienda siempre que busquen ayuda profesional, puesto que las cartas, dice, no son panacea universal, ni se pretende hacer de ellas algún tipo de empowerment, o empoderamiento para dotar a quien lo necesita con las herramientas necesarias para salir de un problema. Algo que, asegura, podría ser peligroso. Aun así, Jaime envía la carta para hacer sonreír a esa persona que lo está pasando mal.
Cualquier persona puede solicitar una carta a Esquinas Rojas a través de su página web, correo electrónico (peticiones@esquinasrojas.org) o en la cuenta oficial de Facebook. El procedimiento es sencillo. Solo hace falta enviar el nombre de la persona, las razones por las que se quiere hacer uso de la iniciativa, el idioma en la que hay que escribirla y la dirección postal. Por ser una organización no familiar, Esquinas Rojas no recibe donaciones en efectivo, pero si quieres ayudar a este proyecto puedes hacerlo en especie. “No me gusta recibir donaciones monetarias. Una carta con destino a México cuesta menos de 2 euros, por lo que prefiero recibir donativos en material. Lo que más aprecio son sellos postales, ya que son lo único que necesito además del papel, los sobres y las peticiones de carta”.
El joven, que desde hace más de una década se convirtió en migrante, sabe que vivir en algún rincón del mundo que no es el tuyo nos convierte en los eternos ausentes, no estamos en los eventos importantes de nuestras familias y, muchas de las veces, incluso, celebramos nuestras pequeñas victorias con aquellos a quien conocemos relativamente desde hace muy poco tiempo. “Los migrantes como yo, que agarraron su maleta y se fueron solos a buscar aventuras por el mundo, las hemos vivido sin lugar a dudas. Aventuras buenas y malas, lo que nadie te explica de este tipo de vida, es la soledad que muchas veces te acompaña”, finaliza el escritor de cartas.
¡Es precioso! Nos leemos 🙂
Me gustaMe gusta