Jazmín Adame, la mexicana que cambió sus sueños por el violín

Cuando era apenas una niña, Jazmín imaginaba cuentos dentro de su habitación que posteriormente redactaba. Su sueño era ser escritora o periodista, aunque también soñaba con ser médico. Jamás imaginó que escuchar música y tener la influencia musical de su bisabuelo —a quién describe como un melómano que le encantaba la ópera— le cambiaría la vida por completo. Nacida en Ciudad Juárez, Chihuahua, México, una de las ciudades más conflictivas y violentas del mundo. Jazmín describe su infancia como bastante común: “Me gustaba andar en bicicleta en la calle, jugar con mis vecinos”, recuerda la entrevistada.

A los 12 años empezó a tocar el violín, su primer instrumento musical y el que la llevaría a actuar en grandes escenarios al otro lado del mundo, así como a estudiar en uno de los conservatorios de música más importantes de España y Europa. “Mi familia siempre me apoyó, aunque a veces hubo momentos de duda en los que intentaron disuadirme”, comenta la violinista de 30 años, quien desde hace casi 3 años vive en España.

Jazmín Ivonne Adame Caro del Castillo inició sus estudios en la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), en donde se tituló como licenciada en Música para luego continuar su carrera en la Facultad de Música de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) como instrumentista especializada en el violín.

Posteriormente realizó un posgrado en Interpretación de Violín en el Centro Superior de Música del País Vasco, conocido como Musikene, en España. Actualmente vive en la ciudad de Valencia (Comunidad Valenciana) en donde cursa una Maestría en Interpretación e Investigación Musical en la Universidad Internacional de Valencia. “El día que recibí mi carta de aceptación, supe que mi vida cambiaría radicalmente, y así ha sido hasta ahora”, comenta Adame. La violinista detalla que su historia en España comenzó en un viaje previo a Canadá, donde estrenó una obra del compositor méxico-brasileño, Carlos Allegretti, a quien conoció mientras estudiaban en la Facultad de Música de la UNAM. “Después de ese concierto me ofrecen una beca”, recuerda la instrumentista.

“Hice una lista: Musikene en España, Glenn Gould Conservatory en Canadá y, por último, Mozarteum. Las fechas estaban en ese orden de la lista. Mi primera audición fue en Musikene, donde fui aceptada. Ya no hice audición en los demás conservatorios porque ya tenía mi primera opción ganada”, explica sonriente Jazmín Adame. En este conservatorio musical, la joven artista realizó sus prácticas de posgrado con éxito, teniendo la oportunidad de tocar el violín con la Orquesta Sinfónica de Euskadi.

Su sueño es regresar a México, formar parte de una Orquesta Sinfónica y dar clases de música. “Me gustaría compaginar este trabajo con la docencia para formar a los futuros músicos en México, siento que es mi deber moral y la mejor manera de trascender en la sociedad mexicana como ser humano”, argumenta la músico.

Al estudiar una maestría con doble perfil, Jazmín Adame también manifiesta su intención de continuar como intérprete e investigadora en su país: Seguir la línea de investigación con sus dos grandes pasiones —la música y la medicina— en las ciencias de la cognición musical.

Además de continuar con su preparación, una de sus intenciones de regresar a México es dar a conocer las obras de compositores europeos, como el valenciano Andrés Valero Castells. De igual manera que hizo en España con el compositor mexicano, Eduardo Angulo, a quien —dice— tuvo la fortuna de conocer personalmente. “Él es un claro ejemplo de que la música tonal sigue vigente y aún en estos tiempos uno se puede deleitar con un grandioso Do mayor”, agrega la violinista. «Considero que la música orquestal en México está desactualizada y poco difundida, ya que se siguen programando las mismas obras año tras año», añade Adame, quien aclara que la orquesta aún no ha cambiado de formato y su presupuesto para la difusión se ha visto recortado en los últimos años.

“Viviendo en Europa me encontré con la sorpresa de que la orquesta se transformó en una institución dinámica que ha evolucionado hacia muchas corrientes. Existen orquestas especializadas en música barroca, ensambles de música contemporánea, orquestas especializadas en el periodo del clasicismo, incluso, está surgiendo la corriente de la música medieval de la cual aún tengo poco conocimiento”, detalla la mexicana.

La joven violinista asegura que el futuro de la Orquesta Sinfónica está en el de ser una institución con una labor social. Es decir, las orquestas poco a poco van saliendo de su “zona de confort” (auditorios, teatros, palacios de música…) para dar conciertos con una conciencia solidaria en hospitales, orfanatos, asilos de ancianos; así como realizar programas didácticos para niños y familias de una forma casi camaleónica.

Aun y con todas esas limitantes, y que la música contemporánea tiene actualmente un formato muy difícil para llegar a cualquier público, Jazmín Adame asegura también que en un país como México se puede vivir de ser músico o tocar cualquier instrumento, ya que considera que es como cualquier otra profesión: “Un músico profesional en México puede ganar una plaza en un trabajo con una empresa de carácter público o tener un contrato en una empresa privada como cualquier otro profesionista”.

Como migrante en un país de primer mundo como España, además de extrañar a su familia, amigos, la comida y los atardeceres del desierto de Ciudad Juárez, Jazmín Adame enfrentó retos como el de romper los estereotipos que los extranjeros tienen de los mexicanos. Ejemplo de ello es el de «ser flojos», o la creencia de que carecen de una buena formación académica. “Los mexicanos en verdad somos personas muy trabajadoras, muy sacrificadas cuando algo nos interesa, también apasionadas, con un gran espíritu de resiliencia ante la adversidad que nunca se rinde”, aclara orgullosa la músico.

Haber vivido en la que alguna vez se consideró la ciudad más violenta del mundo le dio una perspectiva de vida que le hizo valorar las cosas en su justa medida; el no haber nacido en un mundo color de rosa donde nada es fácil, sino todo lo contrario. “Todo lo he construido a base de esfuerzo y sacrificio. Esto me ha ayudado a esforzarme, a romper mis propios límites y a tener un espíritu inquebrantable por la búsqueda de ser la mejor versión de mí misma en todos los aspectos: como músico, como ser humano, como profesionista”, puntualiza la joven violinista.

Finalmente, Jazmín Adame envía un mensaje a todos los jóvenes músicos que buscan cumplir su sueño y vivir experiencias en otros países. Comenta que la música es una carrera de resistencia, llega el que logra alcanzar la meta, no importa lo que pase antes. “Las cosas no llegan rápido, se construyen con fuertes cimientos que toman disciplina, tiempo y sacrificio, pero todo absolutamente todo vale la pena cuando sientes esa conexión mágica que te aporta la música que, una vez que pruebas, no puedes dejar”, concluye la mexicana.

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